Quizás el orgullo a veces juegue muy malas pasadas, sí, es cierto.
El orgullo es un defecto que muchas personas tienen. Hay que saber cuando enfrentarse con él, y cuándo dejarlo ahí.
El amor, para mí, es el motivo mayor por el cual, según mi experiencia, es dónde hay que dejar el orgullo de lado.
A todos nos gustan que nos traten como reyes, y princesas, que nos ofrezcan todo y más de lo que necesitamos. Que nos mimen, nos quieran, nos abracen, nos respeten... Todo ello, se gana con la confianza: seguridad que se tiene en que una persona va a actuar o una cosa va a funcionar como se desea...
Duele amar a alguien y no ser correspondido, pero lo que es más doloroso
es amar a alguien y nunca encontrar el valor para decirle a esa persona
lo que sientes. Tal vez nosotros necesitamos conocer a unas cuantas
personas equivocadas antes de conocer a la persona correcta, para que al
fin cuando la conozcamos, sepamos ser agradecidos por ese maravilloso
regalo. Una de las cosas más tristes de la vida es cuando conoces a
alguien que significa todo y solo para darte cuenta que al final, no era
para ti y lo tienes que dejar ir. Cuando la puerta de la felicidad se
cierra, otra puerta se abre, pero algunas veces miramos tanto tiempo a
aquella puerta que se cerró, que no vemos la que se ha abierto frente a
nosotros. Es cierto que no sabemos lo que tenemos hasta que lo perdemos,
pero también es cierto que no sabemos lo que nos hemos estado perdiendo
hasta que lo encontramos. Darle a alguien todo tu amor nunca es un
seguro de que te corresponderán, pero no esperes que te correspondan;
solo espera que el amor crezca en el corazón de la otra persona, pero si
no crece sé feliz porque creció en el tuyo. Hay cosas que te encantaría
oír que nunca escucharás de la persona que te gustaría que te las
dijera, pero no seas tan sorda para no oírlas de aquel que las dice
desde su corazón. Nunca digas adiós si todavía quieres tratar. Nunca te
des por vencida si sientes que puedes seguir luchando. Nunca le digas a
una persona que ya no la amas si no puedes dejarla ir. El amor llega a
aquel que espera, aunque lo hallan decepcionado; a aquel que aun cree,
aunque haya sido traicionado; a aquel que todavía necesite amar, aunque
antes haya sido lastimado; y a aquel que tiene el coraje y la fe para
construir la confianza de nuevo.
No permitas que tu boca hable lo que tu corazón no ha sentido.
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