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miércoles, 11 de abril de 2012

Lo evitable se hace inevitable.

Realmente, hay días en los que hecho de menos algo. Ese algo que antes existía y quizás ahora no quiera ver que está ahí, ese algo que si no le prestas atención... se va... simplemente desaparece, es decir, no vuelve a aparecer más. Es triste pensar que ese algo no volverá a existir, detrás de ese algo se esconden tantos recuerdos, que la palabra se queda corta, ese algo que si en mis manos estuviera el poder recuperarlo, lo recuperaría indudablemente. Días en los que te levantas triste, sintiendo que te falta algo, algo para poder tener valor de afrontar un nuevo día, en el que por mucho que pienses que será igual que ayer, no llevas razón, porque el Futuro, no está escrito, y cada día es un nuevo día, expuesto a los peligros, alegrías y decepciones que puedas recibir. Por eso, esos días que te levantas triste, con falta de algo, tienes que volver a tumbarte, relajarte, y sobre todo relajar tu mente, y pensar en que es un nuevo día, que puedes cambiar, que puedes hacer cosas nuevas, puedes, incluso, no levantarte… Piensa, escucha el silencio, una de las cosas que no es fácil aprender, el silencio, es algo que transmite tranquilidad, aunque para algunos, ansiedad. Silencio no tiene que ser sinónimo de nada. El recorrido de un río se compara con la vida, con un principio y con un fin, realmente ¿merece la pena perder el tiempo entristeciéndote por algo ya vivido? Algo que ya no puedes cambiar… que te encantaría que no hubiese sido así, pero lo fue. No recuerdes ese pasado, vive el presente, día a día, no planifiques cada segundo de tu vida, “contra más planificado tengas tu día, menos tiempo de verdad tendrás” decían unos apuntes de filosofía, y llevan toda la razón. No te atormentes por algo de tu pasado, eso ya pasó. Si alguien te hizo daño, ya pagará por lo que ha hecho. Si alguien te hizo sufrir, ya le tocará sufrir a ella. La ignorancia es el peor castigo que puedes darle a esa persona. Resultaría irónico seguir hablando. Aún así, no me gusta usar la palabra RENCOR. Claro está, uno no siempre perdona, pero aunque perdone, nunca, nunca, nunca OLVIDA.

Lo evitable se hace inevitable.

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