Existía alguien que se alegraba nada más verme, que me daba besos continuamente aunque yo los rechazara. Me escribia notas detrás de mi cuaderno, o en pequeños papeles. Me recordaba mil y una vez cuando era mi cumpleaños, me felicitaba de distintas maneras. Me hacia rabiar fácilmente, porque sabía con que exactamente podría hacerlo.
Cada noche antes de dormir, me despedía con un te quiero, y un "nos vemos mañana". No había día que no habláramos. No falta un " te echo de menos" cuando no estábamos juntas. No había nada oculto. Todo era transparente y puro. Una amistad pura, de esas que es dificil encontrar.
Había encontrado exactamente un par de ellas, pero fracasaron. Algo falló. Y cayeron en el olvido. Pero eso ya no importa.
Nuestro sueño era seguir así, para siempre.
A pesar de que no manifestaba cuan era mi cariño hacia esa persona, se hacia notar tan solo por los gestos. Una persona tan cariñosa, a la que le rechazaba los cariños tan solo por cuestión de caracter. Una persona tan tierna y tan dulce.
Aunque nuestra amistad habia crecido exponencialmente en los últimos años, hubo algo que la estancó.
Algo que fue creciendo poco a poco... y a pesar de todo, a día de hoy, sigo negándome a dimitir. No quiero admitir, que a la tercera va la vencida, no en este caso. O quizás solo sea lo que yo pretendo. No lo sé.-
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