Un año de los peores, sí. Pero siempre hay que hacer un balance a final de año de que ha sido lo que te deparó.
Un año con enfermedades y miedos. Amistades perdidas u olvidadas. Cosas perdidas. Entre ellas, el tiempo.
Muchas horas de estudio, recompesadas, a su manera, pero recompensadas. Un nuevo curso. Nuevas compañeras. Personas que han entrado y han salido de mi vida. Un viaje a Berlin con muchos recuerdos y experiencias aprendidas. Muchas fiestas pasadas por apuntes y recortadas gracias a horas de estudio. Un verano, sin conocer la playa. Muchas horas de trabajo y pocas de sueño. Celebraciones cada vez más solitarias. Sustos y abrazos inesperados. Algunos momentos de felicidad y otros de llanto.
En fin, un año más que pasa. Ni el mejor, ni tiene porque ser el peor.
Demos la bienvenida al 2013 como se merece, y con la esperanza de que sea mejor que este.
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